El jueves a la noche cuando volvimos del teatro nos encontramos con la desagradable sorpresa de que estábamos sin luz ni agua.
Subimos los seis pisos por la escalera, buscamos la linterna, prendimos una vela y nos fuimos a dormir.
El sábado por la tarde, que continuábamos con la misma situación decidí aprovechar las horas de luz para leer un libro que había comprado en una de las librerías de usados de la calle Corrientes y todavía no había tenido tiempo de leer: Elena sabe de la muy buena escritora Claudia Piñeiro.
Se trata de una novela corta que se lee de un tirón (la terminé justo cuando se iba apagando la luz que entraba por la ventana).
Luego de la muerte de su hija Rita, que apreció ahorcada en el campanario de la iglesia, y a pesar de que la investigación de la policía local determinó que se trató de un suicidio, su madre, Elena, está convencida que su hija nunca hubiera tomado esa trágica decisión.
Aunque Elena está atrapada en una enfermedad que la va imposibilitando cada vez más, una raro tipo de Parkinson, está decidida a esclarecer la muerte de Rita.
La cruda descripción de la enfermedad y cómo va afectando el cuerpo de Elena es uno de los logros de esta novela durísima. Los vericuetos psicológicos de los personajes componen el tiro de gracia que la autora dispara sin compasión en el lector y lo atrapa definitivamente hasta el final.
Para leer, pensar y repensar.