Me llama Ricardo el miércoles a la tarde super contento porque
al día siguiente vendría de visita a Buenos Aires un matrimonio amigo de Belo
Horizonte (Brasil) que hace años que no se ven.
Quedé
con ellos en ir a cenar el viernes, ¿dónde vamos? Me
pregunta dando por sentado que algo se me va a ocurrir.
Sé que José María y Rosita son argentinos, para ser más
exactos de Rosario, que hace cuarenta años que viven en Brasil y tienen ganas de
conectarse con sus raíces, con las cosas de su tierra. Como a los cuatro nos
gusta el tango, pensé en ir a algún lugar que pudiéramos cenar, conversar y
disfrutar un poco de música. Nada de
tango for export ni milongas porteñas donde no vamos a poder charlar tranquilos les dije.
De pronto se me prende la lamparita (¿todavía se usa la
expresión o hay otra más moderna?) me acuerdo que Juan Manuel, un amigo de mi
hijo mayor al que le encanta el tango me recomendó un lugar en Barracas al sur “Los
Laureles”. Busqué en internet (gracias a Dios que existe) llamé e hice la
reserva.
Fue entrar y viajar sesenta años atrás en el tiempo.
Salvo los mozos, el lugar se mantiene igual que cuando se inauguró en 1893. Se
trata de una Tanguería que fue declarado Bar
Notable de la Ciudad de Buenos Aires y Sitio de Interés Cultural y Patrimonio
Histórico de Buenos Aires. http://barloslaureles.com.ar/
La cocina es sencilla pero muy bien
elaborada (especiales las berenjenas acarameladas). Los viernes luego del show
hay micrófono abierto y para finalizar una milonga bien de barrio.
Pasamos una noche fabulosa. José María y
Rosita se llevaron tarjetas para recomendar el lugar a sus amigos de Belo
Horizonte y Rosario cuando visiten nuestra querida Buenos Aires.