Tuve oportunidad de participar de la apertura del 15 Festival de Cine Alemán, donde se proyectó la película Laberinto de Mentiras.
Muy buena película con grandes actuaciones tanto de su protagonista, Alexander Fehling como de los actores que lo acompañan.
El director Giulio Ricciarelli, que dirige por primera vez un largometraje, nos introduce en la vida del joven fiscal que desea hacer lo correcto y sacar a la luz los horrores del campo de concentración en Auschwitz.
Sin golpes bajos, sin escenas de violencia innecesaria, muestra cómo el pueblo alemán tuvo que aceptar la verdad del comportamiento de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Este film continuará en cartelera luego de la finalización del festival.
Un dato no menor es que ya ha sido seleccionada para competir por los premios Oscar como mejor película extranjera por Alemania.
Una película muy dura que hay que ver.
Laberinto de Mentiras, la película de apertura del 15º Festival de Cine Alemán en Buenos Aires (con sede en los complejos Village Recoleta y Caballito de la Ciudad Autónoma), narra la investigación previa y los pormenores que condujeron al primer proceso judicial alemán contra los oficiales de las SS destinados en Auschwitz que habían cometidos asesinatos durante su servicio.
Tras la prescripción de los crímenes de guerra en 1955 salvo el de homicidio, la mayoría de alemanes que habían participado de alguna manera del régimen nacionalsocialista dirigido por Adolf Hitler se sentían impunes, hasta que, tras una denuncia de un sobreviviente, el joven fiscal Johann Radmann y el periodista Thomas Gnielka se asociaron para llevar ante la justicia a varios de los asesinos de las milicias nazis.
El inexperto Radmann, protegido por el fiscal general Fritz Bauer, comienza a entrevistar testigos que relatan acontecimientos que describen algunas de las escenas más escalofriantes de la Europa cultivada. Laberinto de Mentiras apunta principalmente a una transposición del espectador hacia la Alemania de fines de la década del cincuenta y principios de los sesenta, con todos sus cambios culturales y el desconocimiento de los jóvenes ciudadanos teutones del pasado de su país en base a una política de ocultamiento del Holocausto.
El primer largometraje de Giulio Ricciarelli sigue la vida profesional y personal de Radmann durante la investigación para detallar la obsesión del fiscal por los crímenes del perverso médico Josef Mengele, quien experimentaba con los prisioneros del campo de concentración ubicado en Polonia.
Sin dejar ningún cabo suelto, Laberinto de Mentiras se adentra en la historia alemana y encuentra un punto de inflexión que marca un cambio cultural a nivel mundial para mirar el presente a través del pasado. La verdad es nuevamente puesta sobre el tapete de la historia y sopesada desde todos los ángulos para seguir de cerca la dialéctica entre el drama de los sobrevivientes de los campos de concentración nazis y la reinserción de los torturadores y asesinos en la sociedad luego de la guerra para que la interrogación por la esencia feroz de la humanidad siga viva.